¿Quién decide entre tu alma y la mía? ¿Quién decide cual debe vivir?
Buenos días merybundas y merybundos, hoy el cafetico de los viernes se viene intenso, aviso.
Empezando este delicioso y humectante cola cao, perfecto para acompañar el día sombrío y grisáceo que amanece. Tengo que deciros que ¡vaya discazos nos ha regalado la pandemia, el confinamiento, la primavera robada o la invasión extraterrestre! Yo estoy en bucle con unos cuantos, uno de ellos es el de Rozalén, "El árbol y el bosque". Dentro de éste hay una canción que dice verdades de una forma dura y cruda que pone los pelos de punta y que a mí me ha hecho recapacitar en el asunto de la inmigración, "La línea". En cuanto la escuché me puse a dibujarla, en más de una ocasión tuve que dejar el boceto a un lado, parar, respirar, apretar los puños...
Oye esta tacica va por la mitad y no he mojado nada, cuando me pongo intensa se me cierra el estómago, que pena que me pase cada poco. Voy a hincar el diente a una exquisita tostada, y ya sabéis como es viernes se nos permite la mantequilla y la mermelada.
El caso es que como madre que soy, me encantaría que mis hijos se encontraran un mundo bonito, justo, amable, comprensivo...Y veo que cada vez está un poquito más enfermo y me da pena y rabia.
No tengo mucho viaje en mi mochila, no conozco muchos países ni culturas. Pero lo que si sé seguro es que nadie deja atrás una vida, una familia, unos amigos, para tirarse al mar, jugarse la vida, por un futuro incierto en un país cargado de odio. Si alguien se ve en la obligación de hacerlo es por pura necesidad. No cuestiono aquí temas políticos, lo que me planteo es cómo puedo hacer yo, persona física, anónima y llana para mejorar la situación, para que no haya nadie que tenga que abandonar sus raíces a la fuerza para enfrentarse al mar, a la ocuridad y soledad de una tierra nueva o incluso a la muerte.
¡Ay Mari! Pues a pesar de lo intensito se me está abriendo el apetito, oye. Voy a la cocina a por un algo de chocolate, espérenme aquí que ya vengo...
A todas las familias me dirijo ahora. Nosotros, madres y padres, tenemos el arma más poderosa, la más fuerte de las balas. Tenemos personitas en construcción que dentro de un tiempo formarán la sociedad de un país, moribundo para entonces. En nuestra forma de educar está la clave y estamos obligados a hacerlo bien. Tenemos el deber de inculcar cosas bonitas, de liberar del odio que nos persigue de un tiempo a esta parte, de sembrar igualdad, comprensión, empatía y generosidad.
Está llegando a su fin mi desayuno y ya sabéis que la religión merybunda impide seguir escribiendo una vez que veo el fondo de la taza manchado de los restos del Cola Cao devorado, así que vamos a ir concluyendo este querer decir tanto y no decir "ná".
Lo que vengo queriendo explicaros es que creo que nos debemos mover más por los demás, que nos quejamos mucho de tonterías y los problemas reales, los verdaderos van mucho más allá, lejos, muy lejos, cruzando fronteras, surcando mares, océanos manchados de sangres y con un fondo lleno de cuerpos que nunca lograron lo que buscaban, una vida digna.
Así que, querida Rozalén, te diré que la función de esta canción, en mi caso, se ha cumplido, me has roto por dentro, me has hecho pensar y desear aún con más fuerza un cambio real. Ojalá la gente buena gane la partida, ojalá podamos curar un poquito este mundo y, ojalá, mis hijos vean las cosas con un poquito más de color.